Es evidente que la Santa Inquisición fue y es utilizada por los enemigos de España como caballito de batalla para combatir al imperio más grande conocido al día de la fecha, que fue sustancialmente cristiano, y a la misma Iglesia. España supo ser grande porque supo ser cristiana, supo dejarse guiar en la verdad, buscando ante todo la salvación de las almas bajo el amparo de la única religión verdadera. Esta realidad se ve reflejada en el arte, la literatura, las construcciones, el Concilio de Trento, la obra misionera en América, la unificación de España y también en la Santa Inquisición.
Me permito adelantarme en el trabajo para decir que la Inquisición fue una obra exclusiva de católicos para católicos y se caracterizó en España por su justicia y misericordia.
Tampoco se puede descontextualizar la época y compararla con los parámetros actuales. Debemos mirar a los países vecinos de Europa para comprender que la Inquisición fue una obra única y ejemplar. Así podremos entender que la cuestión religiosa era una cuestión de estado, que era parte de la res publica; se entenderá que muchas de las rebeliones que soportaron los reyes tenían una íntima conexión religiosa y que la historia negra española no es otra cosa que la continuidad de ese ataque que bien supieron combatir en su momento.
Si hoy no se conoce la verdad es porque nos hemos cansado de estudiar, nos hemos cansado de gritar hasta el punto de dejarnos convencer de hechos mentirosos que los propios enemigos irónicamente sí supieron realizar. Hoy más que nunca debemos seguir gritando a toda voz la verdad a tiempo y a destiempo ,como decía San Pablo, pues la defensa de España es el mejor testimonio que podemos ofrecer a los ojos incrédulos de hoy en día de los saludables beneficios que la Iglesia puede aportar a un Estado.
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